La naturaleza para poder sentirla hay que también escucharla; una habilidad que con el tiempo hemos ido perdiendo, debido a que en que casi todos los lugares a los que vamos hay fuertes ruidos a los que pareciéramos habernos acostumbrado, a tal nivel que cuando estamos en medio de la naturaleza confundimos con silencio, la gran cantidad de sonidos que ofrecen los paisajes. Probablemente alguna vez has escuchado el bosque sin saberlo y aun así, siendo consiente quizás resulte difícil describir a qué suena.
En Tallinn, Estonia, en medio de un exuberante bosque y rodeado del más tranquilo ambiente natural, se escondes tres megáfonos gigantes de madera; cuyo objetivo es nada más y nada menos que escuchar los sonidos del bosque. La instalación combina una serie de elementos contemporáneos que se insertan en la naturaleza, dispuestos a una distancia y ángulo preciso, de modo que desde el centro de la instalación se reciben los sonidos del bosque desde tres direcciones distintas, generándose así un efecto envolvente único.
Una fantástica intervención que además de amplificar los sonidos de la naturaleza, sirve como zona de descanso y escenario; convirtiéndose en un espacio protegido para que excursionistas se resguarden del clima, se dicten clases al aire libre y se realicen eventos culturales.
Los imponentes megáfonos, fueron ideados por la estudiante de arquitectura de interiores de la Academia de Arte Estonia, Birgit Õigus. El grupo de estudiantes fue instruido por los diseñadores Tõnis Kalve y Ahti Grünberg, en conjunto con el estudio de Arquitectura b210. Õigus y sus compañeros trabajaron en unión con ingenieros acústicos y expertos en el tema, quienes les ayudaron a escoger la mejor ubicación y dirección para mejorar la captación de sonido.
El proyecto nació a partir del deseo de Valdur Mikita, quien buscaba construir la primera biblioteca de sonidos del bosque. Con el deseo de Mikita en mente, los estudiantes se adentraron en la naturaleza para descubrir el verdadero significado de leer en el bosque. Fue allí cuando a Birgit Õigus, se le ocurrió que con los megáfonos era posible leer y escuchar los sonidos del bosque, y no solo con palabras escritas en libros.
Se presentaron varias ideas, en donde la más destacada fue la Birgit Õigus por su originalidad. Para Mikita los estudiantes lograron crear una verdadera biblioteca de sonidos en el bosque, un lugar para escuchar y buscar el libro audible de la naturaleza.
Aunque para algunas personas los megáfonos parecieran innecesarios, ya que el bosque se puede escuchar pos sí solo, la propuesta de Õigus plantea algo muy interesante, como lo es la sinfonía de los bosques, su musicalidad, su ritmo y ambientación sonora, la cual es tan válida como la música que generamos con diversos instrumentos y por lo tanto merece igualmente ser amplificada y escuchada por todos.
Praks explica que la intervención va más allá de un simple método para jugar con el sonido, se trata de un proyecto muy contextual, que intenta llegar al alma de los usuarios en un plano más emocional y espiritual. Con la construcción de los enormes megáfonos sus creadores buscan que la gente sea más consciente del silencio, tal y como lo sugiere Mikiti: "Es un lugar para escuchar, para explorar el terreno audible de la naturaleza, nunca antes habíamos tenido un lugar así en Estonia”(1).
Aunque poco a poco los imponentes artefactos de madera irán desapareciendo en el bosque por su materialidad, lo que si es cierto es que la naturaleza tiene mucho que decir y merece ser escuchada. Desde que fue construido el proyecto, los megáfonos se han convertido en un punto de referencia para cualquier persona que visite la región.
Texto: Jaime Hernández
Fotografías: Tõnu Tunnel, Henno Luts
1. Nota tomada de Vice.com, Julio del 2020