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LA RE-LECTURA DEL PAISAJE CULTURAL


Entendiendo el paisaje como la percepción de un sujeto – ser humano- sobre un objeto – el territorio- no es posible desvincular al individuo, ya sea por observación, experiencia o interpretación, del medio. La acción del hombre sobre el territorio ha sido tal que, actualmente, donde percibimos un entorno “natural”, existe un medio construido. Prácticas de explotación como la agricultura, la pesca, la silvicultura, o la construcción de asentamientos y sus caminos conforman el paisaje que rodea al ser humano. Por tanto, la mayor parte del medio que hoy percibimos es el resultado de la interacción del ser humano y el territorio cuyas características estéticas dependen de las necesidades del individuo, de los condicionantes físicos, los ecosistémicos y las materias primas que otorga un determinado territorio.


Estos condicionantes y sus combinaciones son tan amplios que podemos afirmar que cada paisaje es único en el mundo. -Así en Galicia se aterrazan las laderas para maximizar el cultivo del vino en los cañones del Sil y en Lanzarote se crean conos invertidos para proteger del viento y alcanzar la tierra fértil.


Actualmente, existen muchos territorios cuyas transformaciones han roto las relaciones ecosistémicas con el medio. Las morfologías no siguen las lógicas del lugar resultando compleja la lectura de la estructura. La estructura del territorio es la base sobre la cual se deben establecer las normas de proyecto y/o estudio de cualquier paraje. En ella, encontraremos patrones, guías y dinámicas que nos ayuden a entender el lugar y, como consecuencia, el paisaje.

Las nuevas metodologías de análisis de datos consiguen una aproximación milimétrica a los territorios de estudio, sin embargo, no se debe perder de vista el patrimonio intangible basado en el conocimiento heredado de la experiencia del propio lugar a la hora de intervenir o estudiar la estructura de un territorio.

¿Pero, cómo se debe afrontar el estudio del territorio a tal efecto?, ¿es posible combinar las herramientas globales con el conocimiento local?, ¿es el data-base la solución para resolver los problemas específicos? ¿cuál es nuestro papel como paisajistas? Las herramientas de las que se dispone hoy en día son infinitas, sin embargo, el conflicto no viene dictado por las herramientas si no por la posición desde la cual se afrontan los problemas.


La combinación de la sabiduría popular - aglutinada en mayor parte en núcleos rurales o en actividades profesionales que se nutren del territorio- y las nuevas tecnologías es necesaria para determinar mecanismos que equilibren ambos nodos y aprovechar sendas virtudes. Es precisamente aquí, en este ejercicio de comparativa, donde la re-lectura del concepto paisaje cultural permite abrir nuevas vías de trabajo. Vías que abordan cuestiones como la identidad de una región, cuyo conocimiento, enriquece el valor cultural para sí y para el mundo. - Plano del equilibro entre la topografía y la construcción de terrazas en la costa gallega.

Por ende y, sabiendo que la relación entre paisaje y territorio es el ser humano y su cultura asociada, el proceso de recopilación popular puede pasar por conversar, dialogar, entender y aprehender con diferentes habitantes para, posteriormente, cartografiar su sabiduría. Este conocimiento popular combinado con el científico alcanza una cobertura tangible e intangible del territorio, necesaria para realizar cualquier intervención sobre el mismo. – Mapping del viento y corrientes del puerto de A Guarda a través de una conversación con un marinero, mapa de visuales y horizontes permanentes del Camino de Santiago a su paso por A Guarda obtenido a través de una conversación con una peregrina.


A través de este proceso se recupera el contacto con el terreno de estudio y con sus habitantes, es decir, se le otorga voz a Paisaje. Paisaje con nombre propio, con mayúscula, con nombre de persona cuyo saber heredado está en peligro de extinción.

El paisaje es la configuración morfológica de un espacio básico y sus contenidos culturales; en este sentido es una categoría superior al fundamento territorial. Es la condición cultural del paisaje en su misma sustancia, lo que permite su asimilación a tal trasfondo, lo que da lugar a que pueda residir en él la identidad de un pueblo11. La diferencia entre territorio y paisaje no es otra que la carga cultural que consigue transformar la primera acepción en la segunda.


Técnico, investigadores, proyectistas…tienen la responsabilidad de trasladar el conocimiento intangible en mapas y documentos tangibles para, posteriormente, emplearlo junto con las nuevas tecnologías como material de proyecto. En la combinación de estas variables está la clave del éxito: la estructura del territorio.


El futuro pasa por hacer hincapié en el concepto de paisaje cultural ya que, en un mundo donde la globalización ha exterminado tantos paisajes, la intervención basada en la conservación de la identidad, el patrimonio intangible y su cultura es imprescindible.

Un territorio sin emoción carece de paisaje


Imágenes y texto: María Fandiño Iglesias ©


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