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EL NUEVO PAISAJE URBANO: UNA REIVINDICACIÓN CON LO NATURAL


“Recurrir a un arquitecto todavía parece la única forma conveniente de abordar el desorden natural. Es una manera de decir que el orden biológico –de una naturaleza completamente diferente– todavía no se ha percibido como una posibilidad de generación de ideas nuevas”


Gilles Clément

Humedal Córdoba - Bogotá, Colombia - Fotografía CARLOS REY

A lo largo de la historia, el ser humano ha establecido diferentes aproximaciones hacia el paisaje, en busca de suplir su necesidad, de mantener un vínculo con la naturaleza. Sin embargo, hoy en día el hecho de incluir el elemento natural en el paisaje urbano es más una necesidad que una elección. Debido a las fuertes presiones que ha ejercido el ser humano en las grandes urbes, la calidad de vida se ha ido deteriorando como consecuencia de la urbanización desmesurada, la contaminación atmosférica, las cada vez más frecuentes y riesgosas inundaciones, la impermeabilización del suelo que afecta la recarga de los acuíferos y la pérdida de hábitat y biodiversidad, producto de la marginación de la biota urbana.

Si estudiamos un poco la relación del hombre con el paisaje a lo largo de la historia, se puede observar que cada época ha traído consigo una relación particular. Por un lado los franceses desde el S. XVII empezaron a deleitar al mundo con jardines como el de Versalles en los que se buscaba mostrar cómo el hombre era capaz de controlar y domesticar la naturaleza a su antojo. Por su lado a finales del S. XVIII, la corriente inglesa a través del movimiento romántico, se propuso valorar y estudiar el paisaje sublime, aquel que representaba todo el vigor y la fuerza de la naturaleza, características que le otorgaban belleza. En este periodo, artistas y paisajistas se encargaron de reproducir en sus lienzos y jardines, el paisaje natural. Posteriormente, a mediados del S. XIX, en Francia se propusieron redefinir sus zonas verdes creando “Les Promenades”, fantásticos corredores reverdecidos por los que se podría caminar por kilómetros enteros, al lado de majestuosas hileras de árboles de una misma especie que otorgaban identidad al lugar. No obstante, con una visión distinta del paisaje, casi en la misma época, se iniciaba en Nueva York la construcción del Central Park, un espacio preconcebido por el arquitecto Olmsted para darle un respiro a la densa población de Manhattan. Un lugar diseñado al milímetro, que no dejaba nada al azar y sin embargo lograba darle a sus visitantes la sensación de estar en un entorno natural y no en pleno centro de la ciudad.


Pintura de un Paisaje en Blenheim – Reino Unido

Hoy las necesidades han cambiado. Si bien seguimos en la inexorable búsqueda de involucrar la naturaleza en nuestras ciudades, las prioridades en lugar de ser estéticas y contemplativas, empiezan a ser ambientales y sociales. Si bien es importante diseñar el paisaje urbano para el agrado y la recreación de las personas, no debemos desconocer que actualmente esto se encuentra en segundo plano y que ahora lo fundamental es proyectar paisajes que sean sostenibles y resilientes, capaces mitigar los efectos del cambio climático, mientras generan integración y seguridad a la población civil.

Gardens by the Bay - Singapur - Fotografía CRAIG SHEPPARD


Hoy resulta fundamental reivindicar el valor de lo natural en las ciudades. En el caso de ciudades como Bogotá, quienes diseñan el paisaje urbano deberían estar fijándose en cómo mantener e incrementar los corredores biológicos para que no sigamos perdiendo nuestra diversidad, en lugar de decidir qué especie nativa o no, tiene las características visuales adecuadas para monopolizar un separador vial de una avenida, como hacían los franceses en el S. XIX. Es momento de entender que nuestros referentes deberían ser aquellos que posean unas condiciones climáticas similares como puede ser el caso de Singapur, un país que entendió que su desarrollo paisajístico debía basarse en su riqueza natural, que hoy en día debido a la magnitud de sus proyectos da de qué hablar en todo el mundo.


Cerro de Monserrate en los Cerros Orientales - Bogotá, Colombia - Fotografía CARLOS REY


Estoy convencido que Colombia tiene el potencial necesario para desarrollar un paisaje que mientras prioriza la preservación de su ecología urbana, el restablecimiento del ciclo hidrológico a través de infraestructura verde y le da una identidad acorde a su contexto, puede tener grandes valores estéticos, contemplativos y recreativos. Nuestro reto es innovar, dejar a un lado los límites preconcebidos entre lo construido y lo natural y lograr que las personas puedan disfrutar y apropiarse de las dinámicas que ocurren en espacios como el Humedal Córdoba o los Cerros Orientales de Bogotá, dos lugares que representan un potencial altísimo para oxigenar la ciudad y mejorar la calidad de vida de las personas.

Texto: Carlos Vicente Rey Guerra ©


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