La Laguna Tebinquinche hace parte de un grupo de espejos de agua pertenecientes del Salar de Atacama localizadas al oriente de la Cordillera de la Sal, a menos de una hora de la población de San Pedro de Atacama al norte de Chile.
El lugar presenta una alta concentración de sal que puede ser observada tanto al interior de la laguna, donde emergen una serie de elementos salinos en forma de hojas de loto, así como en las dunas que rodean la laguna de gran semejanza a la nieve, formadas por capas superpuestas de sal.
La baja profundidad de sus aguas proveniente de las vertientes andinas localizadas bajo tierra, generan un efecto que se asemeja a un gigantesco espejo que refleja el paisaje circundante sobre sus aguas.
La belleza del lugar y sus espectaculares atardeceres, han convertido a la laguna en uno de los atractivos turísticos más visitados de la zona. Si bien el alto flujo de visitantes ha contribuido a generar ingresos para la economía atacameña, también ha alterado fuertemente el ecosistema debido a la descontrolada huella humana presente en casi todos los rincones del lugar, provocado la erosión del borde entre sal y agua, así como la migración de especies dentro de las que se destacan los Flamencos, las Taguas y las Huallatas, hacia otros lugares de la zona.
En la búsqueda por proteger este ecosistema y recuperar las características originales de la laguna, las comunidades locales con el apoyo de diversas ONG, elaboraron un plan de acción mediante el cual se restringió el acceso al interior del espejo de agua y se delimito el área de circulación de los visitantes.
El resultado fue la construcción de una serie de senderos en tierra compactada y confinada por unas placas en acero, que recorren el lugar mediante diversas diagonales que guían el andar de los visitantes y que rematando en amplios miradores señalizados, ubicados en puntos estratégicos para contemplar el paisaje y captar las mejores panorámicas de la laguna.
Sin duda una sencilla intervención de arquitectura del paisaje que ha logrado disminuir el impacto ambiental generado por la actuación humana, brindándole una nueva experiencia a los visitantes, promoviendo el andar y la contemplación del paisaje de manera responsable, que deberá ser replicada no solo en el desierto de Atacama, sino en otros lugares del mundo con características similares.
Imágenes: Catalina Laverde ©
Texto : Carlos Lince ©