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VALLE DEL SILENCIO, RETORNO A LA MEMORIA | Cundinamarca Colombia


Hoy en la madrugada, al observar los cerros Orientales desde el borde norte de Bogotà, se puede evidenciar que la montaña està cubierta por la misteriosa neblina, el frío es perpetuo, el oscuro de la noche se va desvaneciendo, los colores aparecen y hacen visible uno de los últimos relictos de bosque primario en la montaña que rodea a la Sabana de Bogotà. Sin duda es pleno el bienestar que se siente y a la vez nostalgia por todo lo que se viene, la planeaciòn humana y su "Ordenamiento Territorial", en un territorio que históricamente ha estado ordenado.


Al ir dejando atrás la Sabana, donde la consolidación de grandes ciudades es evidente, pues se viene olvidando la cultura campesina de los municipios de Chia, Cajicà, Cota y Zipaquirà y con ello el paisaje lacustre se viene borrando y encima de él dibujando grandes edificios para la acumulación de las personas en un afán inexplicable.


Subiendo la montaña hacia la vereda Yerbabuena, aun existen campesinos que resisten a vender sus predios a grandes condominios que han cambiando drasticamente el paisaje de bosque alto andino y subpàramo donde el bloque y el cemento separa y aparentemente empieza a reinar la individualidad. Se observa grandes cultivos de papa y zanahoria y huertas que resisten a desaparecer, se evidencia tala de bosque nativo también.

Al encuentro con los amigos caminantes de la fundación Cerros de Bogotà, las risas y la admiración por la belleza del lugar acompañaron nuestro camino, después de subir y detallar las grandes rocas que dibujan la historia del lugar, logramos llegar a la Montaña del Oso, que es un parque natural que interrumpe la división entre la localidad de Usaquèn de la ciudad de Bogotà y El Cerro Pan de Azúcar en el municipio de Chia. En este lugar existe un mirador que llena el alma de un bienestar sublime, al lado derecho se observa el Subpàramo Valle del Silencio, donde predomina el Guaque o Frailejòn y da nacimiento a la quebrada Torca, al lado izquierdo el borde norte de Bogotà y su lucha por lograr la conectividad ecológica y al frente el gran Boquerón de Torca, que me remite al libro "La peregrinación de Alpha" y la poesía "La Fuente de Torca". Aquí el cemento no tiene voz, no hay ninguna sonata de su desesperación, solo aquí donde existe relicto de la gran fuente de Torca, la imaginación se hace transparente, me dejo deslizar hacia las aguas profundas de la memoria.


Don Poveda nos relata como el territorio era productor de alimentos, donde el signo pesos era mínimo lo que se necesitaba, pues las personas tomaban directamente de la naturaleza lo necesario, èl relata la memoria de grandes lagunas en la Sabana de Bogotà, habla del Humedal Torca Guaymaral cuando iba desde Centro Chìa hasta el Portal Norte, recuerda con nostalgia cuando sufrió un proceso de relleno alarmante, centros comerciales, universidades, colegios y condominios se impusieron en los espacios del humedal, las tinguas, los patos, los curies se vieron sometidos a la terquedad humana, recuerda lagunas en las veredas Samaria y la Balsa en Chìa, se detiene y recuerda a su profesor Thomas Van Der Hammen, quien lo visitò varias veces y le enseñaba sobre la historia de la Sabana de Bogotà, recordando que todo es relicto del gran "Lago de Funzè", recuerda también las cotizas, el burro, el tejo, la ruana y en general la vida campesina, en sus ojos reaparece el recuerdo efímero e inquietante del tiempo, recuerda la llegada de los condominios y la injusticia sobre el valor del suelo, a los campesinos les pagaban lo mínimo, mientras que las tierras subían de precio por la especulación urbanística, con fuerza hace una critica severa a lo que le llaman desarrollo y a la educación, reafirma que su casa no sòlo es la finca sino todo el territorio que lo vio crecer, a propósito él nació en el municipio de Suba en medio de cultivos, los cambios en el paisaje han sido acelerados, vale la pena detenernos.



La Sabana de Bogotà, unos de los suelos màs ricos en el país, esta a punto de vivir una catástrofe ambiental histórica, su vocación central es agrícola y forestal y sin embargo parece que de una tiempo para acá, se viene impulsando un desarrollo basado en consolidación de grandes ciudades, insistiendo en aglutinar a las personas y convertir los ecosistemas en cloacas humanas, para dejar atrás la gestión comunitaria de los bienes comunes, como el agua, el alimento, el aire, tal vez la palabra bienestar se ha estrecho a lo simple y lo material, tal vez es evidente la separación de la cultura y la naturaleza, tal vez la mayoría de personas van tan rápido para satisfacer las exigencias de la sociedad, que se olvida de pensar, de detallar, de observar su actuar en el espacio, es de aceptar que estamos a tiempo de gestionar la resiliencia cultural, estamos a tiempo de tener un cambio de actitud, de cuestionar la realidad, de arraigarnos al territorio, de disoñar, de crear nuevos imaginarios colectivos de la realidad, aun es posible detenernos en el viento y tener conciencia.


Se termina la conversa, el señor Poveda se emociona, saca su guitarra y nos despide con una canción.


Texto e imágenes: Johanna Gonzalez ©


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